miércoles, 2 de septiembre de 2009
El destino es como un ejército de hormigas laboriosas. Miles de hormiguitas haciendo su parte del trabajo. Uno cree que controla su vida, pero el destino lentamente se va configurando. Una serie de circunstancias, decisiones y casualidades van construyendo el destino. Cabos sueltos, detalles ínfimos, imprevistos.
El destino es una gran chef que mezcla los ingredientes preparando el plato que tiene para nosotros. Es una maquinaria precisa y minuciosa que va reuniendo todas las piezas. Dormimos, amamos, trabajamos o cantamos ajenos a los que el destino escribió para nosotros.
¿Quien escribe el destino? ¿Nosotros? ¿Alguien? ¿Un dios? ¿Varios? ¿Nadie? ¿Todo es azaroso?.
Nos sentimos artífices, alquimistas. Nos creemos dioses poderosos e invencibles, y solo somos marionetas del destino.
En el lugar menos pensado, de una manera imposible de imaginar, todo se va armando. Avanzamos inconscientemente mientras la trama se va entrelazando de forma misteriosa, un mecanismo de relojería asido por el destino. Aunque corramos en la dirección contraria no se puede escapar, porque no somos nosotros lo que vamos hacia el destino, sino este el que viene a buscarnos tarde o temprano. El destino es como un señor muy viejo y sabio, es un profesional de todas las profesiones. El destino a veces es realista, entrelaza la trama con pericia. Como buen guionista pone personajes en el momento y en el lugar indicado que permite que la acción avance hacia donde él quiere que avance. Así escribe el destino, dando giros a la historia permanentemente. El destino es un gran ingeniero. Hace grandes construcciones, joyas de ingeniería. Con paciencia milenaria construye castillos inmensos. Cuida cada detalle, encaja las piezas con precisión, pero, el destino construye sus castillos con cartas de mesa. Una mala movida, una sola carta que se saque y el castillo colapsa.
El destino es estratega. Mueve las fichas, despliega sus tropas en el campo de batalla y sabe cómo dar su golpe certero. El destino es como un superhéroe con poderes ilimitados, puede todo. Puede con todo. Pero como todo superhéroe tiene una debilidad, y la debilidad del destino, son las acciones humanas. Eso, es lo único que puede cambiarlo.
Las acciones y decisiones acertadas podrán cambiar el destino, o ir finalmente a su encuentro, pero en definitiva, lo que deba ser, será.
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